Rehusabas el impulso profundo de mi dromedario erguido. Perdiste aunada en secreción mía la locución salival de una sonrisa tibia, duchando tu dulce arena vaginal nos sumergimos en ese rocío sepulcral, empapándonos en desiertos solos, con mí nada olor a derrota, con mí todo sabor a olvido.
martes, 22 de junio de 2010
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Me recuerda la escena de Cronemberg de la pelicula "Crash" en la Arquette tiene sexo entre fierro y carne. Muy bueno Abraham.
ResponderEliminarNo bajes los brazos. Síguele dando Abraham. Saludos y besos!!!
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