Ya muerto. Camine por el
rencoroso pasillo, mientras más me acercaba a su fin, todo encogía en un largo
callejón, ligeramente, mi cuerpo vestía un resplandor suave. Los ojos
comenzaron a desprenderse de él y mi lengua se engrosaba de manera abrupta,
tanta hinchazón hizo que mi espalda se encorvara hasta tocar el piso, a unos
centímetros, sentí los zapatos, aquellos que me hicieron caminar a la tumba de mi
pedantería
Polly Juana Revueltas
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