Seguirás como rebaño
trasnochado en las tibias tardes de opio,
cuando débiles mis ganas de tocarte huyan
y busquen refugiarse en las murallas finas de una amante,
en las flores otoñales que se pierden al follaje de los
árboles mayores.
Sólo por estar ahí, en la piel reseca de las horas,
en la miel y oro de mis manos tercas, en el fiel suspiro de
mis ganas locas.
Slowhand.
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